«Hay tanta preocupación por generar industria que el poder lo tienen los productores»: Julio Hernández Cordón

Por Luis Manuel Rivera

Bobby Hebb murió sin saber y mucho menos imaginar que una versión en español de su canción más exitosa (esa que en 1966 lo llevó de gira con The Beatles), «Sunny», llegaría a musicalizar una de las mejores secuencias de una película mexicana. Te prometo anarquía es el quinto largometraje de Julio Hernández Cordón (Raleigh, 1975) y los responsables del cover en español son Los Iracundos, uruguayos ellos.

Hernández Cordón ha transitado por múltiples espacios. Un dato que revela: tiene triple nacionalidad, es mexicano, guatemalteco y estadounidense. El orden de su preferencia no lo sabemos, pero quizá por tiempo de permanencia tiene más piel de mexicano. Antes que cine, estudió comunicación educativa. Ello le genera cierto compromiso con los recursos públicos, que son gracias a los que se ha formado y con los que regularmente trabaja.

Aunque reconoce que todo ello lo ha influido de alguna forma, Julio no cree demasiado en las escuelas de cine. Califica de tradicional al que lo guió en el camino de la dirección, el CCC (Centro de Capacitación Cinematográfica), mismo que lo ha invitado a calificar tesis cuando él mismo nunca se tituló. Aquello resulta un gran ejemplo de que la no-escuela del cine termina imponiéndose a cualquier título profesional que pretenda validar a alguien como cineasta.

Si hablamos de prestigio, Te prometo anarquía es la película que más lejos lo ha llevado, la estrenó en el Festival Internacional de Cine de Locarno y aunque antes ya había pisado San Sebastián con Gasolina, el festival suizo suele poner más exigencias a la hora de seleccionar películas, además de tener mayor historia.

En terrenos del Festival Cine Las Américas que celebra en Austin, Texas, el panorama latinoamericano de cineastas consolidados y en ascenso, platicamos con Julio. De su película, claro, pero también de industria, de talento, de gremios, de poses y sobre todo de honestidad.

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¿Cómo formulas tus películas?

Me baso en dos cosas, en la anécdota o en la locación. A veces me gusta una locación y pienso una historia ahí. En Te prometo anarquía surgió de esta anécdota [la de su hermano en un contexto similar. A él está dedicada la cinta], una historia de amor gay, y luego le fui metiendo el elemento del narcotráfico, el elemento patineto y de la Ciudad de México. Por ejemplo, la historia que estoy haciendo ahorita surgió de que quería hacer una peli en un estadio de beisbol, entonces ahí la situé.

La música es algo muy importante en Te prometo anarquía, ¿generalmente la tienes pensada antes de filmar o la adaptas en el camino?

Ambas. Sabía las canciones que iban estar en la película: La de El Tri, «Perro Negro y Callejero», las de hip hop, Jazz Bandana, y la de Baxter Dury, que es cuando están en el auto. Las otras fue durante el proceso. Estaba buscando porque no sabía cuales. Quería la de «Maquillaje» de Mecano pero estaba carísima, entonces empecé a buscar dentro de la música que tengo y me tope con la de Galaxie 500 que pensé que estaría increíble para cerrar.

Gueros y Temporada de patos son dos películas que han marcado una línea de cierto tipo de cine que se hace en México. Veo a tu película como una más que se adhiere a esa línea.

Podría estar ahí porque es de chavos, pero creo a pesar de que los míos son personajes ingenuos, no son tan ingenuos como los de las películas que mencionas. Por otro lado, en Te prometo anarquía posiblemente los personajes tengan más calle, a pesar de que uno es más burgués, no es historia de chicos que se la pasan adentro de departamentos y que les cuesta convivir con el exterior. Esta peli es de chicos que se la pasan en la calle, que creen que la dominan y finalmente se dan cuenta que no la dominan del todo.

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En la película rondan muchos temas: homosexualidad, narcotráfico, cultura urbana. Quizá no queda claro si existe un eje principal.

Sí, quería hacer una historia de amor, es la primera vez que lo hago, pero me gusta mucho el cine negro, entonces quería hacer una historia de amor pero de cine negro, apropiándome el género. Digo que es cine negro porque tiene que ver con criminales y porque los personajes no se salen con la suya a pesar de que intentan escaparse de su destino y está súper cantado que las cosas no les van a salir como tienen planeado. Pero lo que quería era eso, hacer una peli de amor situada en la Ciudad de México. Para mí era muy importante que se sintiera la atmósfera o la vibra de la ciudad. Durante mucho tiempo estuve pensando cómo podía retratar la calle de manera mucho más natural, y dije, pues los que se apropian la calle al cien por ciento son los patinetos, y además lo hacen en todos los sentidos. Cuando empecé a hacer la investigación me di cuenta que ellos realmente aman la ciudad y la conocen como la palma de su mano, en el sentido de que saben dónde está cada spot y cada vez que la recorren están pendientes por la ventana para ver qué spots encuentran e inmediatamente los comparten. Es una relación de amor y odio porque encuentran esos spots y los destruyen a pesar de que es algo que utilizan. Y es como el amor de estos dos chicos, que es como autoflagelarse.

Miguel Gomes dice que para él el cine es un mundo aparte de la realidad y que no se preocupa por darle al cine aspectos de la misma. Tú pareces ir en el sentido opuesto.

A mí me inspira la realidad y para mí es importante que mis películas estén situadas en un espacio y en un momento. Taquillera o no, me interesa que la película sea documento de cómo era el espacio y el momento en el que se hizo, que sea como referencia. De repente es como presumido eso, pero creo que el cine tiene una función más allá de entretener, que es documentar y ser memoria de un espacio, no sólo visual sino de la manera en que hablan, se visten y se comportan, y para mí eso es importante. Por otro lado entiendo que la realidad es muy ambigua, puede haber muchas realidades en un mismo espacio, dependiendo de tu estrato socioeconómico, de tu contexto o desde el punto de vista hacia donde estás viendo. Me interesa ser sincero en el espacio en donde estoy y la película habla en cierta manera de la impunidad que hay en México. Para mí es importante exorcizar las preocupaciones que tengo, de donde estoy y cómo el espacio puede marcar a mis personajes, porque no serían los mismos si estuvieran en otra ciudad. Mis personajes se comportan de esa manera porque están en ese espacio y porque pertenecen a un estrato social.

Tu película toca temas violentos, sin embargo visualmente no es violenta, un recurso que se utiliza bastante en el cine mexicano para quizá tener notoriedad.

Para mí es importante la sutileza y por otro lado no me gusta tanto la pirotecnia. Además como trabajo con bajo presupuesto, hay muchas cosas que necesito o aprendí a hacerlas sugeridas porque no tengo el dinero para mostrar esas heridas.

Y si lo tuvieras.

No. Me gusta mucho el spaghetti western y Sergio Leone. Lo que me gustaba de él es que a pesar de que eran películas grandes no lo eran del todo. Los balazos eran puras coreografías. No era necesario ver el recorrido de la bala y cómo entraba, sino más bien era ver cómo caían las personas y cómo simulaban el balazo, eso se me hace mucho más estético. También soy muy desesperado en el set, entonces saber que para un balazo necesito estar cinco horas, siento que es como si sonara la máquina registradora cada segundo y eso me pone de malas.

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Hay veces que al arte y al periodismo se les intenta dar una responsabilidad de cambio que rebasa sus posibilidades reales. ¿Qué función pretendes darle a tus películas en el contexto político y social?

Me gustaría que mis películas funcionen para dialogar, que una vez se acabe la película y se encienda la luz de la sala, la gente se quede con la película, la digiera y se formule preguntas posteriormente, que la haga interactiva. Por eso también me gusta sugerir, porque si sugiero o si doy poca información, puede ser que la gente la interprete de otra manera, se la apropien y le encuentren sentidos que nunca me había imaginado.

Antes de estudiar cine estudié comunicación educativa y aprendí todo este asunto de la mediación y problematizar para que la gente formule su propio discurso. Eso es lo que me gustaría hacer con las pelis, no sé si lo logre pero estoy en ese intento.

Tus películas son generalmente financiadas por el Estado, el mismo que es responsable de muchos de los problemas que retratas. ¿Qué posición te interesa ocupar al respecto?

El problema no son las leyes, el problema es que no se siguen las leyes. No se respetan o se pueden truquear. Creo que el Gobierno tiene que apoyar tres aspectos de un país: la salud, la educación y la cultura. La salud por una cuestión básica, para que funcione el país, de derechos humanos, y la educación también. Y la cultura es lo que nos hace sentir de un lugar. La cultura crea comunidad. Somos mexicanos o nos sentimos mexicanos por la comida, la música, la literatura, por la manera de hablar, de vestir, por el pasado. Eso es lo que nos diferencia de Argentina, Brasil, Estados Unidos… México es lo que es por la cultura, si no tuviera los creadores que ha tenido, México no tendría la influencia que tiene en el mundo. Creo que una manera de hacerse presente frente a uno mismo y frente a los demás es a través de la creación y de las ideas. Entonces, si no hay espacios para crear y si todo fuera tan práctico donde sólo lo que importa es generar dinero y ya, México no sería lo que es. Quienes nos documentan y nos reinventan constantemente son los artistas.

Mi incursión en el cine mexicano es muy reciente y no conozco del todo sus vicios, ni el gremio. Sé que hay quejas, pero creo en la diversidad. Tiene que haber de todo para que el cine sea vital, tanto cine comercial como de autor.

Puede parecer que los beneficiados en el apoyo a la cultura sean muy pocos, pero eso no es culpa ni de los creadores ni de los programas, sino de la falta de espacios para democratizar la cultura. Creo que si una película es financiada por el gobierno, debería hacer todo lo posible para que esté al acceso de todos porque finalmente fue auspiciada por todos.

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Pero quizá por naturaleza el arte es elitista.

Es elitista, por eso mismo es importante que el Gobierno lo apoye. Si el Gobierno no apoyara el arte, los únicos que lo podrían hacer son las elites. El hecho de que se apoye con becas y fondos hace que cualquier hijo de vecino puede, si se prepara y logra hilar un discurso adecuado, aspirar a crear. El hecho de que el Gobierno esté ahí es un acto democrático, porque si no fuera así, la única voz de creación que habría en México sería de la gente que tiene dinero.

En casos hipotéticos, ¿preferirías ganar Cannes o salir con 300 copias? Ambas cosas no parecen compatibles.

He visto muchas pelis que han salido con 300 copias y las quitan a la semana, entonces no sé. Mi compromiso, si me está financiando la película el Estado, es hablar de lugar de donde estoy. Que si va a Cannes o si sale con 300 copias son cosas que no las puedo ni predecir. Al ser de bajo presupuesto, a mis películas de repente les puede ir bien en taquilla pero no es que sea su meta, porque estoy trabajando con actores no profesionales, estoy tocando temas sensibles. Si quisiera hacer algo muy comercial vendría la autocensura, no podría tocar ciertos temas para que nadie se sienta incómodo y la película sea digerible para todos. Pero esas son las películas que se olvidan al salir del cine. Entiendo esta polémica pero creo que no es culpa de los creadores, de las leyes ni de los fondos, sino de las circunstancias, del mercado.

Yo puedo diseñar una película supuestamente para ir a Cannes y eso no se traduce en que me seleccionen. Es lanzar la moneda al aire sin saber de qué lado va a caer. También puedo pensar que Te prometo anarquía no es una película que vaya a hacer taquilla y puede ser que de la sorpresa y que la gente se identifique. Mis amigos van a decir, «ay Julio, eres un comercial, un vendido», aunque no haya sido esa la intención. Siento que mis intenciones son hacer pelis de culto, que puedan trascender los años, los tiempos y que se sigan queriendo. Son cosas que he meditado al inicio de hacer cine y dije, quiero se congruente con la gente que admiro, que son bandas como los Sex Pistols, Nirvana, o artistas como Francis Bacon. Y todos ellos coinciden en que hicieron lo que querían y exorcizaban lo que tenían adentro. Entendí que al hacer eso, obviamente no le puedes gustar a todos, pero es más fácil que puedas coincidir con gente si eres honesto con lo que quieres. El arte que ha trascendido es una donde se siente que el artista o el creador se desgarró. Si nos ponemos a analizar por qué Frida Kahlo con esos cuadros súper deprimentes es lo que es, o por qué las canciones de José Alfredo Jiménez son telenovelas cortavenas, o los grandes murales de denuncia que no son arte decorativo. Por qué trascienden, porque documentan algo y al haber poca gente a la que le va bien en la vida, entonces normalmente con esas fragilidades la gente se siente identificada, y eso es lo que nos hace humanos.

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Sin necesidad culpar a Hollywood, que es ya como un factor asimilado, ¿cuál verías como una salida para tener más espacios para el cine mexicano?

En Francia la televisión publica compra las películas y las pasa, ¿no? En México con todo lo que se produce podrían tener una programación cien por ciento mexicana, no lo hacen, no sé por qué no lo hacen. Creo que en las bibliotecas además de libros, podrían estar las películas. Creo que en las escuelas podrían haber cineclubes auspiciados por el Gobierno. Porque finalmente son sus propias producciones y creo que la gente necesita verse y escucharse. Creo que debe haber leyes mucho más sólidas en cuanto a la distribución. Es como cuando vas al Blockbuster, o ibas, y veías la parte de películas extranjeras y resultaba que ahí estaban las mexicanas, las francesas y las españolas, y el resto eran puras películas americanas, entonces dices, «bueno, cómo está la cosa». Y por otro lado, por qué los museos siguen si no son rentables, no es que sean un hit de taquilla todos los días, al contrario, pero los mantienen porque tienen una importancia social, cultural y educativa. Creo que el cine también, el asunto es que está todo centralizado. Debería haber 15 cinetecas más en el DF para todas las zonas y 200 más en toda la república, pero no sólo en las capitales de los estados sino sobre todo donde la gente tiene menos acceso a la información.

 ¿Y sí es una cuestión solamente de llevar las cosas? Hay lugares a donde llegan películas alejadas del tono taquillero pero la gente no se para a verlas.

Tiene que ver con falta de formación, porque la gente tampoco se para en los museos. Por qué no incentivar que la gente de México se conozca a través de su cultura. Algo que tiene Televisa, es que aunque no quieras, se te meten por la sopa. O las cervezas, puedes estar en la montaña y ahí están. Entonces es falta de caminos de distribución, que obviamente es dinero pero creo que también los ciudadanos tienen que exigir. Esto es financiado por todos, que sea accesible para todos, no sólo para grupitos. Por otro lado a lo mejor los artistas sólo se ven el ombligo. Obviamente también somos los causantes de esto.

Este problema no es sólo de México, todo el mundo recibe cine de Estados Unidos y esa es la manera que tienen ellos de mantenerse vigentes, se vuelven referencia del mundo. La gente quiere vestirse, enamorarse igual, creen que el Ejército de Estados Unidos puede solucionar cualquier problema, por qué, porque lo hemos visto en la tele y en las películas. Es un problema tan grande que tiene que ver con que el Estado se preocupe por crear comunidad.

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En el sentido de que el artista se mira sólo el ombligo ¿Piensas tus películas para gustarle al público o para que te gusten a ti?

Pienso en que me gusten a mí, yo sé que suena contradictorio con lo que acabo de decir, pero si me gustan a mí, es más fácil que coincidan con otra gente que tenga los mismos gustos. Pero si hago algo por gustarle a todos y que no termine gustándome a mí, posiblemente no le va a gustar a nadie más, ni siquiera a mis amigos. Creo que eso de saber qué le gusta a la gente es muy complicado, primero porque hay cuestiones de religión, política, creencias, estrato social. Es imposible, si yo fuera musulmán y hago una historia de mi perspectiva religiosa, que le guste a los evangélicos. O siendo de derecha o izquierda. O una cuestión de sexo, si hago una historia súper masculina y las chicas me dicen, oye por qué tus pelis son tan masculinas, pues porque así son.

Julián Hernández es un director que insiste demasiado en el tema de la homosexualidad y pareciera que hace películas para él mismo todo el tiempo, o al menos para una comunidad específica y dentro de la misma para cierto tipo de espectador, ¿crees que las aristas dentro del cine se deban volver tan de nicho?

A mí me gusta el trabajo de Julián Hernández, lo respeto. Creo en la diversidad, tiene que haber de todo. Para que exista el blanco tiene que existir el negro. Creo que las películas de Julián Hernández tienen tanto derecho a existir como las de Derbez. No estoy en contra de ninguna de las dos. Por qué no se tiene tanto acceso a las películas de Julián Hernández, no sé, a lo mejor por el tema, u obviamente. Quizá en 50 años sus pelis se van a ver como, «¿por eso hacían tanto pancho, por ver penes?» Porque ya va a ser algo tan normal o común. La función del arte es crear tolerancia a lo diferente y sé que deben ser películas [las de Julián] muy complicadas de compartir, porque pueden herir bastantes susceptibilidades, pero no creo que eso sea culpa de él, creo que tiene que ver con una comunidad que no está preparada o no tiene la suficiente información para convivir o relacionarse con ese trabajo.

Las telenovelas de Televisa tienen su nicho, yo las detesto, no las veo, por más que las produzcan con nueve millones de dólares o más, jamás las voy a ver, pero sí tienen un nicho muy específico. Igual que los partidos políticos también tienen su nicho. Yo no entiendo por qué la gente sigue votando por el PRI pero tienen un nicho ahí. O por el PAN o el PRD. Creo que todo tiene su nicho, igual que el McDonald’s, hace daño y lo siguen comiendo. Creo que es imposible que todo mundo esté de acuerdo con algo y todo mundo diga: sí, merece existir.

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Y entonces, dentro de tantos nichos por explotar y tan sesgado acceso a recursos para crear, ¿cómo se validan las credenciales de quien tiene derecho a recibir esos fondos?

No sé, pero creo que es el talento. Si el proyecto está diseñado con talento. Hay muchas pelis que no están diseñadas con talento, no tienen una pizca, pero están bien presentadas. Es una línea muy delgada que no se sabe bien cual es el lado correcto, pero por otro lado el talento por eso es talento, porque poca gente lo tiene. Si fuera común… Es como Messi, un tipo talentoso, pero si hubiera 500 Messis, Messi no sería nadie. Siento que el talento es la mezcla de muchas circunstancias, de tu contexto, de quienes son tus padres, una cuestión genética, de las vivencias que has tenido o de las que no has tenido, de tus preocupaciones, de tus miedos, de tus sueños. No hay una escuela que pueda hacer gente talentosa, lo que puede hacer es guiarte para pulir la mirada que tienes. Por ejemplo, Reygadas no estudió cine supuestamente y creo que es una persona talentosa. Ripstein tampoco estudió cine. Tengo algunos puntos acerca de él pero creo que es una persona talentosa. Los grandes escritores de México no estudiaron literatura, sino que estudiaron leyes o medicina. Entonces es muy delicado poder decidir quién tiene el derecho a crear o no. Creo que todo el mundo lo tiene, la cuestión es quién tiene el derecho a que sea apoyado. No hay fórmulas y cuando sigues fórmulas la cuestión se muere.

Yo estudié cine en una escuela muy tradicional que es el CCC, una escuela técnica, y lo que más le ha costado al CCC es sacar directores o narradores, es una escuela más de fotógrafos. Pero por otro lado la camada importante de directores de México, a pesar de eso, ha salido de ahí. Y la otra camada es de la Ibero. No sé si lo de la Ibero es una cuestión de estrato social, que tienen acceso a más información, a más preparación o contactos, porque finalmente puedes tener talento pero si nadie te apoya jamás…

Se habla todo el tiempo de una serie de vicios, unos más reales que otros, que tiene el cine mexicano. ¿Tú en qué lugar te paras dentro de ese espacio? ¿Hasta donde te involucras?

El cine se está enfocando mucho a tener industria, y normalmente la industria es la primera que rompe las reglas o es donde hay menos humanidad. Lo que pasó con la Revolución Industrial, por generar todo eso, las ciudades y las personas se fueron al carajo. Hay tanta preocupación por generar industria que el poder lo tienen los productores y a veces si analizas la filmografía de los productores es sumamente diversa, que está bien, pero entonces, le vas al Cruz Azul, al América, a los Pumas y al Necaxa. Cambias de equipo, de bando o de partido político. No entiendo qué tipo de cine les gusta a los productores porque producen lo que sea. Entiendo que es una cuestión de dinero pero…

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¿Tú sí buscas esta congruencia propia y de la gente que hace cine contigo?

Intento. O por lo menos una congruencia social. A lo mejor no nos gusta el mismo tipo de comida o arte, pero política y socialmente estamos conscientes de que el camino es hacia un lado. Sobre todo intento trabajar con mis amigos. En realidad no tengo las herramientas para responderte de manera adecuada porque estoy como muy afuera del círculo. No me gusta meterme, no me siento tan cómodo, siento que hay mucha pose. Siento que también el cine es muy elitista y me gustaría que fuera más democrático. Que alguien de la montaña de Oaxaca pudiera hacer su película y contar lo que está pasando ahí. O que la intención de hacer una película no fuera aparecer en los reflectores o estar en las fiestas, sino porque hay una necesidad de contar, de narrar y de retratar un espacio. Eso es lo que me gustaría que sucediera, que hubiera necesidad más artística, y no lo que genera el cine detrás de las bambalinas. Me gusta pararme fuera y observar.

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Te prometo anarquía marca, creo, un paso importante dentro de tu filmografía. En adelante, ¿a qué tipo de cine le piensas apostar?

A mí me gustan las películas donde siento que hay una persona detrás de la cámara intentando dialogar con la gente que está frente a la pantalla. Puede ser cualquier tipo de película, de cualquier género, no tengo ningún problema, pero si la película tiene ciertas dosis de humanidad, unas preocupaciones y está exponiendo fragilidades con las que me puedo identificar y me pueden crear sentimientos e ideas, o modificar perspectivas, es el tipo de cine que me gusta, sin importar su presupuesto. Donde siento que el cine está creando comunidad, donde no están mirándose el ombligo.

Me gustaría que a mis películas les fuera bien económicamente, pero sobre todo me gustaría hacer un cine que no se olvidara, que estuviera presente al transcurrir del tiempo, y eso creo que es el cine de culto. Que la gente se las apropie y que sirvan como un documento en el futuro, no sólo en el presente. Que sea una peli que en un futuro sirva para aproximarse a un pasado, a una zona o a un tipo de gente.

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