Primer encuentro
En aquel entonces, 2013, existía un lugar de tres pisos en la calle Alva Edison, colonia San Rafael, donde cada fin de semana tenían lugar eventos musicales de diferentes enfoques sonoros. Se llamaba La Arena Royal Club. Ya no existe pero allí los escuché por primera vez.
En aquel entonces eran los mismos pero había otros; era la misma la voz, las mismas seis y cuatro cuerdas, pero quienes hacían retumbar los tambores y oprimían las teclas tenían otros rostros.
En aquel entonces el cover costaba $50 y la cerveza $20. Por eso, durante su presentación, se desató el slam: una veintena de tipos y tipas azotando hombros y codos al compás de un sonido identificado como garage.
En aquel entonces, tras media hora sobre un escenario a ras de suelo, cuatro tipos desaliñados y sudorosos guardaron sus aditamentos y se dispusieron a ver al resto de las bandas y vaciar más botellas.
En aquel entonces, si alguien le hubiera dicho a Rulo, el vocalista, que en cinco años estaría girando con su banda por Europa, se hubiera reído y soltado un “ojalá”. Y nada más.
Un génesis ríspido
«La idea surgió en una fiesta en la que estaba con Pilo (primer baterista); ahí vimos cómo prendía una banda en vivo y dijimos ‘ahuevo, hay que hacer una banda’», recuerda Rulo sobre el génesis de Las Pipas de la Paz, cuarteto de garage-punk que inició su carrera musical en 2010 en la colonia Guadalupe Victoria, Ecatepec, Estado de México.
Actualmente la alineación de la banda ha cambiado y de sus precursores sólo quedan Rulo (voz y guitarra) y Afro (bajo), mientras Fredy (batería) y Jasmina (teclados) son relativamente nuevos. Pero, a pesar de las modificaciones que ha tenido el proyecto, su furia garage se mantiene debido a «la violencia que hay en los lugares donde vivimos», explica su vocalista. Encauzan su incertidumbre hacía sonidos.
Otro aspecto que resalta de Las Pipas es su espíritu renuente a ceñirse a un molde o apariencias, por eso ejemplifican la máxima Do It Yourself! (Hazlo tú mismo): «Nos ha ayudado mucho todo lo que es online e independiente. Cuando iniciamos el proyecto casi no había colectivos, solo existían los malditos cocodrilos que querían cobrar por tocar. Fuimos conociendo colectivos y radios, y nos latía ir porque tiene su público y aunque sea una o tres personas, ayuda».
Lo anterior ha beneficiado a mejorar las perspectivas de Las Pipas: antes a Rulo no le pasaba por la cabeza salir de gira a otro país; se reía y lo veía como un anhelo distante, hasta cierto punto imposible.
Ahora, desde alguna ciudad de Europa, se sigue riendo pero ya es consciente que las metan se logran; es cuestión de creérsela y tocar y tocar y tocar.
El basilón
El basilón es dedicarle una tarde a mandar mensajes por MySpace para promocionar la música de tu banda.
El basilón es llegar a tocar a un lugar gracias a Google Maps y al viejo que pudo orientar el camino.
El basilón es cargar con un teclado de varios kilos durante una gran distancia para usarlo solo 25 minutos.
El basilón es, además de ver por tu banda, ser gestor, booker, carga-cables y fan de otras bandas.
El basilón es tocar en un festival reconocido y una semana después estar haciendo desmadre en el patio de uno de tus amigos.
El basilón es darles alojamiento a varios desconocidos que proceden de otras latitudes.
El basilón es tener dinero y de inmediato pensar en cables, cuerdas y micros.
El basilón – además de desmadre, fiesta, cotorreo y loquera – es trabajo, esfuerzo, perseverancia… chingarle.
El basilón es el himno y bandera de las Pipas de la Paz.
De Ecatepec para el mundo
«De hecho ni hay venues», dice Rulo sobre el panorama musical de su barrio. Pero, a pesar de la escasez musical de su entorno, cree que el desarrollo en el área metropolitana “va bien” y toma como ejemplo a sus vecinos de Coacalco: «Se han desarrollado más; hay foros y colectivos que apoyan a las bandas, y nos gusta colaborar con ellos cuando se puede. Hay lugares como ese o Naucalpan dónde están saliendo un montón de bandas y le están dando a lo que les gusta».
«Hace dos o tres años había más foros pero tampoco me quejo, siempre hay dónde tocar. Aunque muchos digan ‘son los mismos lugares’ pero es dónde te dan chance. Creo que hace falta uno que otro nuevo pero mientras siga habiendo espacios me parece bien», reflexiona el vocalista.
Otro aspecto favorable que percibe es que las bandas «ya tienen más apoyo de colectivos independientes y no se clavan tanto en pagar por tocar; ya tienen las armas para poder hacer toquines», pero respecto a los contras, el corpulento cantante tiene uno claro: «No se apoyan entre las mismas bandas que van saliendo».
Pero Las Pipas sí apoyan y les ha sido retribuido: en 2012 el sello español Rabia Teen Records las invitó a participar a un compilado en vinil llamado Mundo Salvaje con dos canciones. Luego, al colectivo Violencia River le llegó un mensaje de la banda española Kirk para gestionar un tour con la banda.
A partir de ese par de factores este año están logrando su primera gira europea: desde el pasado 9 de marzo hasta el próximo 3 de abril estarán tocando en España, Francia, Italia, Austria y Alemania.
Por lo que se ve en las fotos, sus primeras fechas han salido bien. Y Rulo habla entusiasmado sobre la experiencia que está viviendo ‘del otro lado del charco’. Pero igual ya piensa en su quehacer al regresar: «Queremos grabar las nuevas canciones que tenemos en puerta, sacar algún sencillo con vídeo y seguir buscando dónde poder tocar».
En resumen, seguir echando el basilón.