Por Redacción
Sabemos que es complicado sobrevivir en el mundo de la independencia. No gozar de oficinas en Time Square y no poder solventar sueldos para editores de la talla de David Remmick, puede ser motivo de frustración. Sin embargo, con el estatus que habían alcanzado y bajo la bandera que cargaban consigo, ¿era realmente necesario venderle el alma a una corporación editorial internacional?.
Condé Nast, dueña de Vanity Fair, The New Yorker, Vogue y GQ entre muchas más publicaciones, adquirió por un monto no revelado, la empresa que en 1995 había fundado Ryan Schreiber dentro de una pequeña oficina en Chicago.
Fred Santarpia, el redactor en jefe de la magna editorial, ha declarado que la adiquisión de Pitchfork Media implica tener en su roster a un medio con una amplia y apasionada audiencia millennial. Sea lo que eso signifique.
La edición impresa The Pitchfork Review continuará como hasta ahora lo ha hecho y Schreiber asegura que la venta les permitirá tener más recursos para ampliar su cobertura e ir en busca de nuevos artistas y mejores historias.
Lo que a nosotros más nos preocupa es, ¿y ahora donde jugarán los hipsters? Quizá lo hagan en este edificio.