Silvana Estrada, canto sagrado de agua y maguey

Por Karen Fabián

El verano del año pasado Silvana Estrada conoció a Charlie Hunter en el Instituto de Jazz Tónica, fundado en 2015 por Fundación Tónica. Fue tanta la impresión del encuentro, que el guitarrista de Rhode Island viajó a Veracruz, tierra de la cantante para grabar Lo Sagrado, un disco en colaboración con La ciudad de las Flores (Alex Lozano y Octavio Álvarez)

La primera vez que escuché la música de Silvana Estrada me gustó tanto que pasé la tarde entera buscando más. Ansiaba encontrar un disco pero sólo hallé una colaboración con El David Aguilar, una con Daniel Zepeda y algunas con Emiliano Coronel. Me identifiqué con cada verso y melodía que, de forma un poco inusual, Silvana conseguía sacarle al cuatro venezolano.

¿Y qué creen? Que se cumplió mi deseo. A principios de este año, Charlie Hunter viajó a casa de Silvana, en Coatepec, Veracruz. Lo acompañaba el ingeniero de audio Chris Finney, que convirtió la sala de la casa en un estudio con todas las de la ley. El disco se grabó en una semana y fue lanzado en noviembre pasado. Lo componen diez piezas que difícilmente podríamos catalogar como jazz, aunque es evidente la presencia del mismo en todas las composiciones, así como de ritmos tradicionales.

Lo Sagrado es el título que da nombre al disco y al primer tema también. Con un compás de cinco cuartos, la canción arroja su energía sobre la totalidad del álbum, que emana una energía preciosa. En «El Agua y la Miel», una hermosa melodía con el cuatro acompaña la potente voz de Silvana, que con sutil delicadeza entreteje versos de extraordinario lirismo.

«Para Salvar Destinos» es una composición del baterista Alex Lozano en la que Silvana únicamente escribió la letra. Comienza con una línea de bajo clarísima y con una base de batería de estilo moderno. Para mí es la mejor canción del disco, pues evidencia la postura de Silvana ante la vida y el canto: «canto porque no puedo con las ganas de gritar/ muero por cada muerto y en cada risa he de sanar». Casi al final un motivo musical permite a la voz entretejer, a manera de estribillo, lo que ya se anunciaba al inicio del disco: lo sonoro no es distinto de la parte lírica.

Definitivamente, la escucha de Lo Sagrado es una vivencia maravillosa. Letras escritas desde el corazón e interpretaciones llevadas a cabo con la emoción del infante. No es un exceso decir que el futuro de Silvana Estrada no es incierto, su voz se perfila como referente nacional. La experiencia del disco es, efectivamente, de lo sagrado.

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