«Tenemos que aceptar que vivimos en estados policiales»: Mauricio Bares

Por Miguel Ángel Morales

Lilia Barajas y Mauricio Bares son autores intelectuales de un crimen inédito en el país. México Noir es el nombre con el que la pareja reúne a algunos de los máximos capos de la literatura criminal en Iberoamérica. Este Primer Encuentro Internacional de Literatura Negra arranca sus actividades en la semana del 15 al 19 de mayo en tres sedes de la Ciudad de México: las librerías Rosario Castellanos y Octavio Paz y la Casa Refugio Citlaltépetl. Se trata de la celebración a un género que goza de cabal salud. Tan es así que la editorial de Barajas y Bares, Nitro Press, presentará una antología que abarca toda la región: Latin Noir: Muerte con pasaporte, que incluye cuentos de los brasileños Laura Parisot y Marçal Aquino, y siete autores mexicanos. Además, se encontrarán los organizadores de certámenes y encuentros literarios internacionales especializados en el género como Fernando López («Córdoba Mata», Argentina), Gustavo Forero («Medellín Negro», Colombia) y Roberto Bardini (codirector del sello Código Negro en Buenos Aires). Entre los autores nacionales se encuentran Daniel Salinas Basave, Iris García Cuevas, Carlos René Padilla e Ivonne Reyes Chiquete, con una intervención especial de Paco Ignacio Taibo II.

Con el pretexto de este encuentro, Mauricio habló con Crash de temas criminales y editoriales.

Esta narrativa que proviene de los periódicos y de algún horror muy cercano a lo real ha mutado a lo largo de su historia. ¿En qué medida el género negro ha rebasado sus propias fronteras?

Hoy en día difícilmente se habla de literatura policiaca como algo puro. Incluso se le llama literatura criminal, porque se privilegia desde esta visión. Creo que esto es muy acertado y le da otra perspectiva. Y es que cada vez los escritores de policiaco hablan del género o cada vez que lees el prólogo de una antología, todos se remiten a Edgar Allan Poe. Es un poco como sentirse discriminados y decir: “te voy a traer a mi hermano mayor”. Te traen a Chesterton, a Piglia, a Borges. En lo personal, siento que es al revés: no es tanto que la literatura policiaca esté abriéndose hacia el crimen, sino que el crimen siempre ha sido una inquietud para el ser humano. En general, la conducta humana, lo que mínimamente fue pecado ahora es penado actualmente. Ese es un gran acierto, el hecho de expandirse. Lo que veo que está ocurriendo también en muchos países, México incluido, es jugar con otros géneros. Eso ha sucedido desde hace mucho. Blade Runner y la novela que le da origen juegan con lo policiaco, pero también con la ciencia ficción: hay un detective que tiene que cazar a una serie de personajes, etc. Es muy difícil hablar del policiaco como algo totalmente cerrado porque entonces se agotaría muy pronto.

Actualmente, algunas obras que podrían asociarse al policiaco ganan premios en donde usualmente no figuraba. Pienso, por ejemplo, en Dispárenme como a Blancornelas, de Daniel Salinas Basave, ganador del Premio Regional de Cuento la Paz; o Amorcito corazón de Carlos René Padilla, que también obtuvo otro galardón así, o autores como Kike Ferrari que tienen una diversidad de recursos técnicos para narrar que no son los acostumbrados en el género. Hay muchísima más variedad y riqueza literaria. Creo que muchos escritores están revalorando las posibilidades de la literatura criminal.

Raymond Chandler enumera una docena de elementos de la novela negra, pero destaca dos como los más importantes: la solución del misterio debe desconcertar al lector razonablemente y que los hechos deben declararse de forma honesta. ¿Crees que esto sigue teniendo actualidad?

Sigue siendo vigente, sí, no sólo para el criminal sino para todo tipo de literatura: la realista, la confesional, la que me digas… eso es lo primero que recuerdo que nos enseñaban en algún taller cuando yo empezaba a escribir: sorprender con el final, pero no ocultarle nada o hacerle trampas al lector. Quizá esto es mucho más notorio en la literatura de este género, pero son características que debe tener cualquier cuento de cualquier corriente.

A menudo se dice que toda obra negra que tiene corazón debe ser vivida también: según esta lógica se debe sentir la calle, la pobreza, vivir el crimen de cerca. Por ejemplo, Dashiell Hammett trabajó como detective en la Agencia Pinkerton, de donde extraía no pocos modelos y los aplicaba a sus novelas…

Esa siempre ha sido mi postura personal: tienes que vivir, salir a la calle, conocer gente, interactuar, meterte en problemas, salir de ellos. Pero nuevamente lo afirmo: no es una regla de oro. Habrá gente que haga todo eso y, si no tiene capacidad literaria, si no cuida su trabajo, no será un buen escritor. El ejemplo contrario es Borges, de quien se ha dicho que era un ratón de biblioteca, incluso dirigió una, vivió siempre entre libros, y es uno de los escritores más importantes del siglo XXI mundialmente.

En la actualidad hay una discusión sobre cierto cine de superhéroes en donde vemos una fórmula donde actúan buenos contra malos. Gran parte de la crítica cinematográfica dicen que estas narrativas son chatarra y carecen de valor cultural. Pero, haciéndola de abogado del diablo quisiera ver a través de la gente valiosa que ha trabajado en ese mundo. Como Mickey Spillane, que escribió varias líneas del Capitán América, Captain Marvel e incluso Batman. Ciertamente, hay una narrativa policiaca oculta en varias de estas historias que le da profundidad a sus personajes. ¿Tú sigues alguna de estas narrativas hollywoodenses?

Estamos en la era de las redes sociales. Desde luego si dices que te gustan este tipo de películas habrá muchas personas que te digan que estás idiota o que son porquería mientras que habrá otras 200 que estén de acuerdo contigo. Esto es un poco así. Pienso que este tipo de cine es algo totalmente comercial, pero sin duda hay información muy interesante. Por ejemplo, algunas de las películas de Batman me han gustado mucho. Hace poco vi una [Professor Marston and the Wonder Women, de Angela Robinson] sobre los orígenes de la Mujer Maravilla, de su creador. El tipo se metió incluso a investigar los conceptos de sumisión y el bondage, la sensualidad a través de la sujeción con cuerdas. Al parecer el cómic estaba lleno de esas referencias al principio y eso lo metió en muchísimos problemas al grado que llegaron a quemar muchas de sus historietas. Todas esas anécdotas me parecen mucho más interesantes que una película cuya intención es recaudar millones. 

A propósito de lo erótico, Hitchcock pensaba que lo más poderoso que tenía la ficción era la seducción. El director decía que la seducción descansaba más en el estilo que en los detalles. Pregonaba: «A mí entréguenme una historia sencilla y con eso me atraparán». Si una historia explica demasiado las cosas, decía, no es tan hábil. Creo que mucho de eso yace en mucha narrativa de suspenso, criminal, policiaca. ¿Qué piensas respecto a este cariz seductor?

Yo me siento privilegiado al publicar los libros que hemos publicado porque creo que le dan la vuelta a una de las objeciones principales que ha tenido el género, que es la falta de belleza literaria al momento de contar las cosas. Estamos hablando de un género duro. Por ejemplo, lees a Patricia Highsmith y de pronto hay algunos pasajes en los que dices: “Híjole, a lo mejor le faltó un editor que le recortara un poquito”. De repente, la Highsmith te suelta una receta para cocinar una tortuga, algo que no tiene que ver con la historia. No es que no lo debas de hacer: si no está relacionado con la historia no tiene sentido meterlo, es realmente un relleno. Yo creo que ahora escritores como Daniel Salinas Basave, en todos sus libros, pero sobre todo el que nosotros le publicamos, es un tipo con un manejo del lenguaje impecable. En el caso de Kike Ferrari, como mencioné, tiene muchísimos recursos que manejar una historia. Creo que hay muchísimo más búsqueda y logros que en lo que es el género más puro y duro.

Supongo entonces que hay mucha más apertura que en tus años iniciales en la literatura…

Sí, desde luego. Recuerdo que cuando empecé a escribir, casi ni había escritores de policiaco en México. Lo que conocías era María Elvira Bermúdez, Paco Ignacio Taibo apenas empezaba a sonar; estaba Rafael Ramírez Heredia el “Rayo McCoy”. Rafael Bernal era muy querido por mi generación cuando menos, después cayó en el olvido. Ahora tiene una revaloración. Insisto, incluso comparado con grandes clásicos del género, lo que se está haciendo ahora en Latinoamérica tiene muchas cosas interesantes porque no solamente tenemos estos libros que ya mencioné, sino que tenemos una antología con 27 autores mexicanos y ahora estamos sacando una antología de 15 autores latinoamericanos, ocho son extranjeros y siete mexicanos.

 

¿De qué forma la literatura criminal hace frente al horror que se vive en estas regiones?  Uno pensaría que quitarle el rostro a alguien, destazarlo, meter los restos de una persona en ácido es propio de cierta imaginación literaria. Sin embargo, vemos que está en todas partes, en Veracruz, en Chihuahua, en Sinaloa, en el Estado de México.

 Cuando la gente dice que la realidad le está ganando a la ficción, yo les digo que es verdad. Ante eso no podemos hacer nada. Ha habido varias aproximaciones por parte de la literatura, eso sí. La literatura es algo que se reposa, por eso creo que apenas vamos a ver algunas obras que estén a la altura de lo que se está viviendo. Pienso por ejemplo en una antología que estamos por publicar de autores de Ciudad Juárez. La gran mayoría de los textos son de gente que vive allá y tienen unas historias impresionantes. Muy ricas en este sentido que tú preguntas. Historias vistas desde la perspectiva de quien ha sufrido, o incluso de gente que quiere hacer justicia por su propia mano. Lo interesante es ver el grado de descomposición que hay, qué elementos hay detrás de esto. El machismo. El clasismo. Ciudad Juárez es un lugar casi de esclavos en donde la vida de las personas no vale nada. Si a eso le sumas que es una zona importante de tránsito de droga, entonces las cosas llegan hasta donde estamos. Creo que una de las virtudes de estos autores es ofrecernos cómo está padeciendo el ciudadano de a pie esta situación.

P.D. James dice que la novela policiaca es la auténtica novela social de nuestros días porque se ocupa de los problemas cotidianos de la gente. Si hacemos un paralelismo, hace un siglo el realismo y el naturalismo ocupaban esa posición. Ahora tal vez la novela criminal y la ciencia ficción dominan en ese territorio. ¿De qué forma la literatura criminal ha abordado estos hoyos negros?

Tenemos que aceptar que vivimos en estados policiales. Este es un país en que a la menor manifestación social o exigencia de justicia viene todo un aparato impresionante a reprimir. Lo mismo en Argentina y Chile que en países supuestamente avanzados y progresistas como Alemania o Francia. Realmente vivimos en estados policiales. Lo que dice P.D. James es bastante acertado. Si bien no es totalmente cierto que sólo el policiaco o el género negro es el único capaz de lidiar con esta situación, definitivamente tiene herramientas que le son muy útiles.

Tu trabajo de largo aliento, Posthumano: la vida después del hombre, fue reconocido internacionalmente, específicamente por Anagrama. En la obra tienes un reclamo onírico y muchas preguntas para el mañana. Seguramente muchos extrañan tu pluma aunque admiran tu trabajo como editor, ¿te embarcarás de nuevo en un obra personal o seguirás produciendo y editando a nuevas plumas como lo has hecho los últimos años con Nitro?

Tengo una novela inédita que también fue finalista en Anagrama que me ha costado mucho publicar porque es extensa: casi 400 cuartillas. En ese sentido he preferido publicar a otros autores con obras más pequeñas y tener un catálogo variado. Mi plan es que el año que entra publiquemos la novela a como dé lugar. Narra la infancia de Anónimo Hernández que es el personaje que aparece en varios textos que escribí en los 90 y los dosmiles, y que es también protagonista de Apuntes de un escritor malo.

En tu trayectoria como escritor y editor te ha tocado impartir numerosos talleres e incluso ser jurado de premios como el de Crónica Ricardo Garibay o el famoso Border of Words, ¿cuáles son las características que destacan en los proyectos de escritores contemporáneos, y con base en eso cuál es el panorama de la literatura nacional?

Hay una apertura que no existía en la generación con la que yo crecí. Hay una mucha mayor apertura en lecturas, en estilos, en concepciones de la literatura, es mucho menos acartonada la visión que tienen ahora los escritores que lo que se tenía cuando yo empecé a escribir. Incluso la gente que imparte hoy talleres y es jurado en concursos tiene también mucha mayor apertura y eso ha permitido que se premie y se beque y se apoye a autores que si hubiesen crecido en mi generación habrían sido ninguneados.

Desafortunadamente tendría que haber mejoras en las políticas culturales respecto a la literatura. Si una institución en algún estado de la República lanza un concurso y a su vez parte del premio implica la publicación de la obra, prácticamente lo que estás haciendo es sepultarla: al mismo tiempo que la premias la condenas a terminar en una bodega porque son instituciones que no tienen aparato de distribución, de cobro, de difusión. Entonces básicamente es imprimir, repartir unos cuantos ejemplares, darle los suyos al autor y embodegar. Ese es un detalle que tendrían que mejorar. Nosotros por ejemplo con el Instituto Sonorense de Cultura estamos trabajando muy de cerca para apoyarlos en imprimir algunos de estos premios, sobre todo los de narrativa y crónica. Es así como publicamos a los ganadores del Premio del Libro Sonorense Carlos Sánchez, Carlos René Padilla y Silvia Arvizu. De otra manera prácticamente el libro queda condenado a la tumba.

Por último, ¿cuál es el propósito que tiene México Noir?

La idea es convivir con gente que está relacionada con el género tanto en México como en otros países. En esta primera edición, Lilia Barajas, quien ideó el encuentro, planeó que tuviéramos como invitados a los organizadores de otros encuentros para crear vínculos. Viene Gustavo Forero del Medellín Negro, Fernando López del Córdoba Mata y vienen Lorenzo Lunar y Rebeca Murga del Fantoches en Cuba. La idea es dialogar con ellos, ver de qué manera podemos trabajar juntos, de qué manera podemos compartir cosas, incluso publicar ediciones. Uno de estos logros, por ejemplo, es el ganador de Concursos Córdoba Mata se va a publicar en México a través de nosotros, Nitro Press. Tratar de abrir un poco el espectro del género, que no sea exclusivamente policiaco típico. En el encuentro van a estar autores importantes en México como Francisco Hangenbeck, Bernardo Esquinca, Bef, Salinas Basave, Carlos René Padilla, Iván Farías. Además, Kike Ferrari y estos escritores que ya te comenté, que a su vez son organizadores de encuentros. Aún nos abemos muy bien cómo será el desarrollo de los siguientes encuentros, pero tendrá que seguir un patrón así. Probablemente invitemos a los organizadores del Barcelona Negro o del Gijón. Lo que sí es que queremos que sea una ventana para las publicaciones del género y que salgan a la luz durante esos doce meses.

 

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