19 Tour de Cine Francés: ¿Hacia dónde vamos?

Por Guadalupe Gómez Rosas

Un día, por un golpe de suerte, llega a ti un escrito, justo a tus manos. Muy bueno, apabullante. Acceder a ese regalo excesivo viene sin artilugios, amenazas o censura. Es un ganar o ganar. Tomas ese escrito, lo haces tuyo. Resulta ser un éxito en las críticas, una melosa rebanada que enternece a los carniceros de la literatura. En definitiva, un punto de encuentro para lingüistas y lectores comunes.

Rebobinemos al día 1, ¿tomarías ese escrito sin cavilar?, ¿lo pensarías?, ¿tu mamá te enseñó que no debías tomar lo ajeno y ni siquiera lo piensas?

Tal vez yo lo cogería. Sí, me engañaría un poco con mi solazada moral y al final lo haría mío, lo recordaría de memoria, de atrás para adelante y crearía anécdotas en torno a él; justo como el protagonista de Un homme idéal, quizá la mejor película del 19 Tour de Cine Francés.

Particularmente, creo que esta reciente dosis de cine compilada en el tour viene cargada de otredad. No sé qué haya ocurrido con los encargados de la selección, no sé si fue una coincidencia o un preciso eje arbitrario. Lo cierto es que ha despertado mi inconsciente con un par de preguntas: ¿quién soy?, ¿hacia dónde me dirijo?

Un homme idéal tiene elipsis precisas para un thriller, pero también proporciones para favorecer el insomnio. De todos los filmes que conforman el tour, seguro es el que llegará a los corazones de los recién bautizados adultos. No precisamente por la etapa de la vida, ni por los aspectos de resiliencia, sino por compartir un perpetuo y mudo fracaso.

La vida se ha escurrido desde que tenías 15. Fuiste un perfecto farsante en la adolescencia y una estúpida promesa con estudios superiores. Al final, formaste parte de una empresa que seguramente no soñaste pero que no es tan mala, o al menos es mejor que no tener trabajo. Eres esa masa triste que levita por la ciudad. Bienvenido, esta es la realidad. No derrames lágrimas, eres peregrino en busca de un milagro, como el escritor que intenta ser Pierre Niney en la cinta. El de él es un extraordinario escrito, ¿cuál es el tuyo?

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inconnuEn la misma línea del hastío personal se localiza Un illustre Inconnu:

Imagina la aburrida existencia de un corredor de bienes y raíces. Necesita un cambio, no de corte de cabello, ni siquiera de pareja o de mudarse a otro país. Demanda radicalidad. Por ello, en las noches decide transformarse. No, no es un travesti. Es un cazador de identidad. No le importa si es rico o pobre. Cogerá sus modos, analizará cada aspecto, imitará sus arrugas y adquirirá la misma ropa que cotidianamente usa el otro.

Hasta aquí parecería que el filme indaga en un excéntrico o en un sociópata, pero viéndolo sin prejuicio se acerca más al periplo habitual de cualquiera.

Para ilustrar mi hipótesis regreso al quinto grado de primaria, cuando todas las niñas llevábamos un collar de plástico, entrelazado, pegado al cuello y con tonalidades tipo arcoíris; sí, ahora se lee como una estupidez. Parecíamos más perros que niñas. Adoptábamos ese tipo de modas porque lo copiábamos de quien parecía original.

La actitud anterior refleja la imitación más vulgar y ordinaria. Pretendemos ser alguien más gracioso, guapo o simplemente interesante. Lo peor es que no pasa con los años, sino que se instaura como compromiso. No intentes negar mis palabras. Tú, yo, todos generamos un remanso de agua turbia.

Después de lo revelado no tengo licencias para juzgar al protagonista de Un illustre Inconnu, si lo cavilas bien seguramente casi nadie. Al final, el filme demanda una tarea íntima y necesaria para el espectador, porque frente al espejo no se necesita aparentar.

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Hasta este momento hay dos filmes de intención disfrazada y calco pero, cuando ya no es necesario simular, el viaje se ofrece ligero. No precisamente mejor. Casualmente, esas travesías son reflejadas en Samba y La Rançon de la Gloire, otras dos entregas del tour.

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Hace unos días un amigo sugería que imitar era un remedio burdo, a lo que contesté que al menos era algo, mejor que quedarse esperando algo fortuito. Y precisamente esa idea es la que puede referir la condición migrante.

Si en Un illustre Inconnu la imitación se vuelve una patología, en los sucesivos filmes se presenta como necesidad. Si en este momento puedes admitir que eres un profesional para emular acciones y corear gustos, también estás dispuesto a aceptar tu obsesión por el reconocimiento.

En el La Rançon de la Gloire, dos amigos buscan sobrepasar una demanda económica. La vida migrante y el reconocimiento de bajo perfil deben cambiar para lograrlo. La genial idea es raptar del cadáver de Chaplin. Hay risa y drama. Esperan nuevos aconteceres.

Parece un filme de hondas risas, pero como ruido de fondo se percibe que los protagonistas han engrosado la carne para resistir en el sistema, con todo y su falta de visibilidad. De pronto, parece tan normal el maltrato que se entiende como moneda de cambio por vivir en un territorio que no les pertenece.

Probablemente este actuar te sea familiar pero en diminutas dimensiones: un nuevo trabajo o cambio de ciudad. Incluso parece tonto tu exilio, todo para toparte con el rechazo.

Del otro lado está Samba, donde se pondera la situación migrante como ángulo y se reconoce libremente la necesidad de aceptación, es decir, se busca legalidad. También tiene drama, humor y de paso un enamoramiento con Charlotte Gainsbourg.

Ambas películas bordean con buen humor, pero detrás está la historia de la dificultad. Te identificas con la vida de un migrante, también con las motivaciones. Sabrás que no sólo es liado convencerse de la necesidad del cambio, sino que te comprometes con las adherencias. Humillación, error, prueba. Finalmente el exilio y la imitación vale para demostrar que cada persona merece la oportunidad de ser alguien más.

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Habrá quien prefiera más drama, otros un dejo cómico. El Tour de Cine Francés no acaba con estos filmes. También presenta Marguerite, que más que cantante de ópera se presenta como un infante al que hay que malcriar hasta la mentira, el hartazgo y la consideración. Une Nouvelle Amie hace lo propio con una familia conferida por una desgracia. Tal vez la que más refleje el humor ridículo sea Un peu, beaucoup, aveuglément!… que precisamente inicia con un malestar de identidad.

Al final y después de dar tantas vueltas, he generado una hipótesis y ésta se centra en la identidad y la imitación como pareja indisoluble. Tendrás la oportunidad de generar la propia.

He nombrado a los protagonistas “impostores, imitadores, migrantes, usurpadores, conquistadores”; pensándolo bien, tú y yo somos un poco de todo. Tú y yo representamos un uróboro que traga imitación en busca de un lugar individual.

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