Nine Inch Nails: el ruido como forma de expresión

Por Adrián Ávila

Nine Inch Nails estará de vuelta en la Ciudad de México. El 18 de noviembre, como parte del Corona Capital, y el 19 en uno de los recintos con mejor acústica de la ciudad: El Plaza Condesa. Con su gira Cold, and Black and Infinite, la banda estadounidense presentará su último álbum Bad Witch (2018), además de un repertorio colmado de sus 30 años de carrera.

Los boletos para el Plaza Condesa se agotaron en minutos. Y no es para menos. La agrupación ha perfeccionado su estilo con el paso de los años, en gran parte gracias a ese hombre de inquieta imaginación y obscuro atractivo: Trent Reznor. Desde los años ochenta, Reznor ha experimentado con el ruido conduciéndolo desde el rock industrial hasta los límites de la música ambiental, repasando en el camino un espectro amplio de géneros musicales.

De ser una pequeña banda de Cleveland dedicada al rock industrial, Nine Inch Nails se convirtió en un referente clásico de los años 90. Con su segundo álbum, The Downward Spiral (1994), cimentaron las bases para ser reconocidos a nivel mundial. Pronto su talento se expandió a otras artes. En 1996 colaboraron en la creación de la banda sonora del videojuego de id Software, Quake. Para 1998 Reznor trabajó junto a Angelo Badalamenti y David Lynch en la ambientación de Lost Highway, y más adelante continuó con sus experimentos junto a Atticus Ross en proyectos como Gone Girl (2014), The Social Network (2010), por la que ganó el Óscar de mejor Banda Sonora y Halloween de John Carpenter (2018), entre otros.

El trabajo externo de Reznor ha influido en las recientes producciones de Nine Inch Nails enriqueciendo el uso de géneros y texturas. En Bad Witch, por ejemplo, podemos encontrar un jazz, con tonos fríos, de la escuela de Herbie Hancock, en “God Break the Door Down”. El álbum mismo es ejemplo de la madurez de la banda que desde sus inicios atrajo la atención de figuras legendarias como David Bowie, Rick Rubin y Peter Murphy.

Aún recuerdo la primera vez que vi a Nine Inch Nails en vivo. Fue en el Motorokr Fest, hace diez años. En ese entonces había escuchado apenas tres álbumes de la banda y conocía muy poco de su historia. Pero esa presentación, de su Tour Lights In The Sky, fue suficiente para engancharme a la espiral de oscuridad, erotismo y violencia que contiene su obra.

Pocas bandas saben utilizar el ruido como forma de expresión. Nine Inch Nails es una de ellas. Trent Reznor se ha convertido en una leyenda del rock y estoy seguro de que sus próximos conciertos se quedarán resonando en el corazón de nuestra ciudad.

 

 

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